Grecia llegará a un acuerdo de último momento
Genevieve Signoret
Política
El partido de extrema izquierda Syriza llegó al poder en Grecia después de una crisis política y años de austeridad. Desde los primeros días del nuevo gobierno su discurso y acciones lo han puesto en franca confrontación con la Unión Europea, el Banco Central Europeo (ECB) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). El nuevo gobierno griego necesita financiamiento y sus bancos necesitan liquidez; el 28 febrero termina el plan de rescate negociado anteriormente con la Troika. Las negociaciones para la extensión de este plan iniciaron la semana pasada. Hasta hoy las negociaciones han sido decepcionantes. El problema radica en que para el gobierno griego una extensión al programa en curso bajo los términos actuales es inaceptable, pues basaron el discurso de su campaña en la férrea oposición a la política de austeridad que éste impone. Los ministros de finanzas de la zona del euro no quieren aceptar extender el programa actual sin la certeza de que el gobierno griego seguirá el camino anteriormente pactado. Sin una negociación exitosa, Grecia tendrá que imponer controles de capital y tendrá problemas para cumplir sus obligaciones en el corto plazo: una salida del euro sería casi inevitable. Creemos que una salida de Grecia de la zona del euro es posible pero poco probable; pensamos que más bien una nueva extensión del rescate será pactada antes de 28 febrero, la fecha límite.
Syriza llegó al poder tras una crisis política y años de austeridad
En diciembre del año pasado, el congreso griego realizó tres votaciones infructuosas para elegir a un nuevo presidente. Ante la incapacidad del gobierno para formar una mayoría, la ley griega obliga a llamar a elecciones generales extraordinarias. Las elecciones generales fueron convocadas para el 25 enero 2015.
Aún antes que fuesen anunciadas las elecciones generales, el partido político Syriza, un partido de izquierda, se perfilaba como amplio ganador de las mismas. Durante la campaña, Alex Tsipras, el líder de Syriza, mantuvo el discurso antiausteridad que caracterizaba al partido, pero matizó sus opiniones respecto a la estancia de Grecia en la zona del euro.
El día 24 enero se anunció que Syriza había ganado 149 de 300 en el Congreso: apenas dos curules por debajo de la mayoría necesaria para formar un gobierno. La opinión pública global creyó que encontraría un aliado en el menos radical To Potami; sin embargo, la tarde del lunes 26, anunció haber formado una alianza con el populista de derecha Panos Kammenos y su partido Griegos Independientes.
Los mercados reaccionaron a la victoria electoral de Syriza y a su exitosa formación de gobierno con relativa calma, como si pensaran, “Una vez que el partido esté gobernando, se tornará más centrista.”
Sin embargo, desde los primeros días del nuevo gobierno su discurso y acciones lo han puesto en franca confrontación con la Unión Europea (EU), el Banco Central Europeo (ECB) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La primera semana del gobierno griego fue dramática. El día martes, Alex Tsipras, el nuevo primer ministro, anunció el cese de diversas medidas de austeridad. Esto provocó la ira de Berlín. El día miércoles, un malentendido pareció hacer ver que Atenas se oponía a sanciones que serían aplicadas a Moscú por el conflicto ucranio. Finalmente, la semana terminó con el ministro de finanzas griego anunciando que el nuevo gobierno no negociaría más con la Troika. La opinión pública global empezó a percatarse que la postura de Syriza era muy diferente a la estimada antes de las elecciones.
La siguiente semana, el primer ministro Alex Tsipras y su ministro de finanzas, Giannis Varoufakis viajaron por Europa en busca de apoyo a su plan antiausteridad. No funcionó. Los países de la zona del euro, incluso los más endeudados, niegan su apoyo a estás políticas, tal vez por temor a que partidos políticos en otros países con una agenda populista (Podemos, en España, el Frente Nacional, en Francia) ganen impulso. Durante su viaje por Europa, Varoufakis propuso la emisión de nuevos bonos de deuda griega ligados al crecimiento de su producto interno bruto. Durante esa misma semana, el ECB decidió dejar de aceptar bonos del tesoro griego como colateral para dotar de liquidez a la banca griega. Ahora los bancos griegos tienen que obtener liquidez a través del Banco de Grecia que la obtiene del ECB a través del programa ELA (Emergency Liquidity Assistance). El 18 febrero 2015, este programa fue prorrogado dos semanas más .
El nuevo gobierno griego necesita financiamiento y sus bancos liquidez, el 28 febrero termina el plan de rescate negociado anteriormente con sus acreedores.
El 28 febrero vence el programa de rescate financiero acordado entre los acreedores y el anterior gobierno griego. Una renegociación del mismo es necesaria para que Grecia pueda cumplir con sus obligaciones y sus bancos puedan seguir siendo provistos de liquidez por el ECB. La no extensión del programa implicaría la imposición de controles de capitales en Grecia, incumplimiento por parte de Grecia del pago de su deuda soberana y probablemente una posterior salida de Grecia de la zona del euro.
Las negociaciones para la extensión de este plan iniciaron la semana pasada. Hasta hoy las negociaciones han sido decepcionantes.
El posicionamiento griego desecha la austeridad pero no propone una hoja de ruta específica para el futuro de sus políticas. La semana pasada en la reunión del Eurogrupo (los ministros de finanzas y economía de la zona del euro), cuyo fin era encontrar un acuerdo para la deuda griega terminó sin emitir un comunicado de prensa: después de arduas negociaciones, Atenas vetó el documento al último momento. Durante la reunión el ministro griego habló durante dos horas sobre la carencia que la austeridad ha llevado a Grecia pero ni uno solo sobre una alternativa de plan propia.
El día lunes las negociaciones se rompieron tras la reticencia de los ministros de finanzas de la zona del euro a extender el programa griego sin un plan claro de gobierno. El miércoles el gobierno griego anunció que solicitaría una ampliación del programa. El documento en donde detallan su petición no incorpora ninguna posición diferente a las que rompieron las negociaciones el día lunes. El día de mañana habrá una nueva reunión del Eurogrupo para discutir una posible solución.
El problema radica en que para el gobierno griego una extensión al programa en curso bajo los términos actuales es inaceptable.
El ministro de finanzas griego en una columna de opinión en el NYT ha expresado que el camino de la austeridad para ellos está descartada:
We are determined to clash with mighty vested interests in order to reboot Greece and gain our partners’ trust. We are also determined not to be treated as a debt colony that should suffer what it must. The principle of the greatest austerity for the most depressed economy would be quaint if it did not cause so much unnecessary suffering.
Y también que su postura es inflexible:
What if the only way you can secure funding is to cross your red lines and accept measures that you consider to be part of the problem, rather than of its solution? Faithful to the principle that I have no right to bluff, my answer is: The lines that we have presented as red will not be crossed. Otherwise, they would not be truly red, but merely a bluff.
Los ministros de finanzas de la zona del euro no pueden aceptar extender el programa actual sin la certeza de que el gobierno griego seguirá el camino anteriormente pactado.
En reiteradas ocasiones el ministro de finanzas alemán Wolfgang Schaeuble ha mencionado que el punto de arranque para las negociaciones con el gobierno griego debe ser el cumplimiento del programa en curso. Recientemente Martin Jäger, el vocero del ministro alemán, lo reitero: “We’re prepared to discuss an extension, but only if the Greek side has the clear intention to complete the programme.”
Sin una negociación exitosa Grecia tendrá que imponer controles de capital y tendrá problemas para cumplir sus obligaciones en el corto plazo: una salida del euro sería casi inevitable.
Los bancos griegos necesitan liquidez proveniente del ECB. La semana pasada, el banco central griego solicitó €5Bn bajo el programa ELA al ECB. La posición fiscal de Grecia se está deteriorando y se espera que próximamente su superávit primario se desvanezca. En caso que las negociaciones no lleguen a buen puerto, al país helénico le quedarían tan solo una semanas antes de incumplir sus obligaciones. Ante tal escenario posiblemente sería convocado un referéndum para abandonar la zona del euro o continuar con el programa pactado anteriormente con la Troika.
Creemos que una salida de Grecia de la zona del euro es posible pero altamente improbable.
Esperamos que una extensión al programa actual sea durante las negociaciones que se llevarán a cabo antes del 28 febrero. Sin embargo, no podemos descartar un “Grexit”.
Todo es posible.