Moody’s cambia la perspectiva de México a negativa: ¿Qué está en juego?

Delia Paredes & Genevieve Signoret

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Si México termina por perder su calificación de grado de inversión, eso tendrá implicaciones profundas para el país, tanto en términos de confianza en el mercado como en el costo de financiamiento. El reciente cambio de la perspectiva de la calificación de la deuda soberana de México por parte de Moody’s podría ser una señal temprana de que estamos acercándonos a ese umbral crítico.

El pasado 14 de noviembre de 2024, la agencia calificadora Moody’s cambió la perspectiva de la deuda soberana de México de estable a negativa, manteniendo su calificación de Baa2. Este ajuste, aunque no implica una rebaja inmediata, es una señal de alerta: muestra que se observan riesgos que podrían materializarse en un recorte futuro de la calificación en un plazo de entre seis meses y dos años.

La calificadora tomó esta decisión antes de conocer el Paquete Económico de 2025, lo que indica que su evaluación se basa en factores estructurales que van más allá de las políticas específicas de un año.

Cuando una agencia calificadora cambia la perspectiva de un país a negativa, está advirtiendo que los riesgos a futuro han aumentado y que podría estar considerando una rebaja en la calificación en el corto o mediano plazo. Para México, esto es particularmente relevante porque actualmente Moody’s y S&P Global califican su deuda sólo dos niveles por arriba del grado especulativo, y apenas uno por encima en la calificación de Fitch Ratings. Si dos de las tres agencias llegaran a considerar la deuda soberana de México como “especulativa,” el país perdería su estatus de grado de inversión. Esto no sólo aumentaría el costo de financiamiento del gobierno, sino que también afectaría a empresas e instituciones financieras, elevando el costo de financiamiento para los sectores público y privado.

La decisión de Moody’s refleja sus preocupaciones sobre la capacidad del gobierno para sostener la estabilidad fiscal y económica ante el debilitamiento de los marcos institucionales y de políticas, lo cual podría dañar los resultados fiscales y económicos. Además, la agencia calificadora se preocupa por que la probabilidad de que las obligaciones financieras de Pemex pasen a ser responsabilidad del gobierno ha aumentado, lo que podría agravar la carga de deuda e intereses del gobierno si la empresa continúa registrando pérdidas.

Aunque se espera que México se beneficie de la tendencia de nearshoring, Moody’s advierte que las reformas constitucionales y los posibles cambios en el acuerdo TMEC en 2026 podrían reducir la confianza de los inversionistas, afectando el crecimiento y los ingresos del gobierno.

Actualmente, sólo Moody’s ha cambiado su perspectiva sobre México a negativa. Tanto S&P Global como Fitch Ratings mantienen una perspectiva estable, aunque eso podría cambiar si persisten las señales de deterioro fiscal e institucional.

México está a dos escalones de perder el grado de inversión según Moody’s y S&P Global y a uno, según Fitch

Grados de calificación de las principales agencias

Fuente: Bloomberg.

 
 

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